La violencia contra las mujeres: ¿Es que acaso se nos acabaron las ideas?
por
Blanca García Rojas
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Blanca García Rojas
Si como Mohandas Gandhi muy sabiamente dijo: “La no-violencia, que es una cualidad del corazón, no surge apelando a la razón”, entonces cabe la pregunta “¿Si el camino de la razón no cambia a un agresor, entonces cómo podemos hacer hoy, en pleno siglo XXI, para tocar el corazón de un agresor y transformar la violencia contra las mujeres en no-violencia?”
Una de las posibles respuestas es muy simple: haciendo un mejor uso de las herramientas que tenemos a nuestra mano en esta era de avances tecnológicos. Concretamente, aprovechando constructivamente el alcance del internet con sus dos mil millones de usuarios en el mundo y un millón de millones de páginas de contenido.
Por medio del internet nos enteramos día a día de casos de violencia contra las mujeres en todos los rincones del planeta. Usando el internet nos hemos informado que en EEUU una mujer es golpeada cada 18 minutos; que en el Congo la violación sexual de miles de mujeres es usada sistemáticamente como arma de guerra; que más de 100 millones de mujeres en el mundo han sido víctimas de mutilación genital; que mujeres asiáticas son vendidas a prostíbulos en EEUU por cantidades de dinero ridículas; que mujeres han sido asesinadas por sus parejas por el simple hecho de cambiar su estatus en Facebook de “casada” a “soltera”.
Gracias al internet cada día más mujeres tienen acceso a centros de ayuda para víctimas de la violencia de género. El internet también ofrece a las victimas un lugar para hacer escuchar su voz de lucha y supervivencia, y a la sociedad un espacio en donde expresar su solidaridad con ellas.
Pero regresemos a la pregunta: “¿Cómo hacer uso del internet no solo como herramienta de información, sino también para evitar que la violencia contra las mujeres se dé en primer lugar?”
¿Cómo transformar la violencia en no-violencia?
Si preguntáramos a cualquiera de los violadores del Congo o a uno de los miles de tratantes de blancas en el mundo si su pasión en esta vida, a lo que vinieron a este mundo, lo que los hace realmente felices sobre todas las cosas es “SER un violador y golpeador de mujeres” dudo mucho que su repuesta después de reflexionarlo bien sea un sí rotundo.
El origen de la violencia está en la relación que el agresor (y en muchas ocasiones también la víctima) tiene con sus propios sentimientos, los cuales están basados fundamentalmente en temores. Si a un agresor, o a un agresor potencial, se le dan las armas para darse cuenta por sí mismo de que cada uno de nosotros tenemos el poder de elegir nuestros pensamientos y como manifestamos lo que somos y lo que queremos ser, entonces estamos iniciando un cambio de conciencia. Estamos empoderando a una persona a la vez a aprender a amarse a sí mismo, y por resultado a amar a los demás.
Usemos el internet no solamente como medio de información, sino también como una herramienta para crear espacios que ayuden a empoderar a hombres, mujeres y sobre todo a las nuevas generaciones – a esos millones de niños y niñas que son agresores y víctimas potenciales y que pasan tantas horas conectados al internet – a aprender que todos tenemos la posibilidad de manifestar LO MEJOR de nosotros mismos, a relacionarnos con respeto y sin necesidad de violencia, y a escoger lo que nos sirve y lo que no nos sirve en esta vida para ser realmente felices.
Espacios en el internet en donde se transmitan conocimientos, se compartan experiencias y se generen ideas.
Porque la existencia de la violencia implica que se nos acabaron las ideas.
Blanca García Rojas es la creadora y editora del blog www.40ymas.com
40ymas.com es un espacio en donde más de 33,000 mujeres extraordinarias comparten experiencias de vida, consejos útiles, y forjan lazos de amistad que cruzan fronteras.
Blog: www.40ymas.com
Twitter: @40ymas
Facebook: www.facebook.com/40ymas
Email: info@40ymas.com
Una de las posibles respuestas es muy simple: haciendo un mejor uso de las herramientas que tenemos a nuestra mano en esta era de avances tecnológicos. Concretamente, aprovechando constructivamente el alcance del internet con sus dos mil millones de usuarios en el mundo y un millón de millones de páginas de contenido.
Por medio del internet nos enteramos día a día de casos de violencia contra las mujeres en todos los rincones del planeta. Usando el internet nos hemos informado que en EEUU una mujer es golpeada cada 18 minutos; que en el Congo la violación sexual de miles de mujeres es usada sistemáticamente como arma de guerra; que más de 100 millones de mujeres en el mundo han sido víctimas de mutilación genital; que mujeres asiáticas son vendidas a prostíbulos en EEUU por cantidades de dinero ridículas; que mujeres han sido asesinadas por sus parejas por el simple hecho de cambiar su estatus en Facebook de “casada” a “soltera”.
Gracias al internet cada día más mujeres tienen acceso a centros de ayuda para víctimas de la violencia de género. El internet también ofrece a las victimas un lugar para hacer escuchar su voz de lucha y supervivencia, y a la sociedad un espacio en donde expresar su solidaridad con ellas.
Pero regresemos a la pregunta: “¿Cómo hacer uso del internet no solo como herramienta de información, sino también para evitar que la violencia contra las mujeres se dé en primer lugar?”
¿Cómo transformar la violencia en no-violencia?
Si preguntáramos a cualquiera de los violadores del Congo o a uno de los miles de tratantes de blancas en el mundo si su pasión en esta vida, a lo que vinieron a este mundo, lo que los hace realmente felices sobre todas las cosas es “SER un violador y golpeador de mujeres” dudo mucho que su repuesta después de reflexionarlo bien sea un sí rotundo.
El origen de la violencia está en la relación que el agresor (y en muchas ocasiones también la víctima) tiene con sus propios sentimientos, los cuales están basados fundamentalmente en temores. Si a un agresor, o a un agresor potencial, se le dan las armas para darse cuenta por sí mismo de que cada uno de nosotros tenemos el poder de elegir nuestros pensamientos y como manifestamos lo que somos y lo que queremos ser, entonces estamos iniciando un cambio de conciencia. Estamos empoderando a una persona a la vez a aprender a amarse a sí mismo, y por resultado a amar a los demás.
Usemos el internet no solamente como medio de información, sino también como una herramienta para crear espacios que ayuden a empoderar a hombres, mujeres y sobre todo a las nuevas generaciones – a esos millones de niños y niñas que son agresores y víctimas potenciales y que pasan tantas horas conectados al internet – a aprender que todos tenemos la posibilidad de manifestar LO MEJOR de nosotros mismos, a relacionarnos con respeto y sin necesidad de violencia, y a escoger lo que nos sirve y lo que no nos sirve en esta vida para ser realmente felices.
Espacios en el internet en donde se transmitan conocimientos, se compartan experiencias y se generen ideas.
Porque la existencia de la violencia implica que se nos acabaron las ideas.
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