domingo, 29 de marzo de 2009

La vida alrededor de la luz

Participar en la Hora del Planeta fue una gran experiencia. Hace mucho tiempo que no estaba aislada del mundo y de todo lo que se hace en él con la luz y la electricidad. Fue una experiencia renovadora y de obligada introspección. Comparto con ustedes algunas de mis reflexiones:

Qué paradoja descubrir que la civilización y la electricidad que le acompañan han sido un factor de unión y desunión entre las personas de manera simultánea. Si bien es cierto que la infinidad de beneficios que nos trae la luz (el más evidente es la extensión de las actividades que antes sólo podían hacerse de día a las horas de la noche) nos proporciona satisfactores de la más variada índole, también nos aleja. Fue tan claro darme cuenta de que convivir en la oscuridad, sin la tentación del iPod, la televisión o el teléfono fue un gran reto. Me tocó estar con mi madre, y confieso que hace mucho tiempo que no nos sentábamos exclusivamente a conversar. Me di cuenta de que muchas de las conversaciones que sostengo con mis gentes cercanas giran en torno a las actividades, horarios y tiempos que los aparatos eléctricos establecen.

Estar a oscuras también me permitió disfrutar de la "luz de la noche citadina". Claramente mucha gente no apagó la luz, no sé si por desconocimiento o por motu propio, el caso es que muchas ventanas estaban encendidas y las lámparas de la calle también. Observar el paisaje citadino de noche fue una experiencia linda; algo en lo que normalmente no me detengo a pensar -ni sentir- y que no disfruto, simplemente doy por sentado y lo veo sin observarlo.

Los sonidos de la noche adquirieron otra dimensión. Fue una extraña experiencia de disección de la realidad; sin luz los sonidos sobresalían. Supongo que será normal que en cuanto uno de nuestros sentidos se ve afectado, los otros salgan al rescate. Al dejar de percibir las imágenes visuales con la normalidad acostumbrada, los sonidos de los vecinos, los coches, los perros, los gatos, las aves y la música a lo lejos adquirieron un papel protagónico en esta escena nocturna. Fueron, claramente, personajes centrales de la obra.

Mi respiración fue otro gran descubrimiento. No fue sorpresa darme cuenta de que respiro, si lo fue percibirla pausada, con su propio ritmo y sonidos. Inhalar, exhalar; algo tan evidente en la vida y tan alejado de las percepciones cotidianas.

Me sentí tan cómoda, tan feliz que estoy pensando seriamente en hacer esto por lo menos una vez a la semana para darle cabida a la imaginación, a las percepciones, a la sensibilidad y a la creatividad en mi vida de manera más constante. Es como abrirle una puerta a las posibilidades de la vida sin luz en un mundo que la tiene y se ha olvidado de lo elemental: simplemente ESTAR.

Imágenes: Excélsioronline

4 comentarios:

Julián Nailes dijo...

Yo doy fe de ello.

Sensacional :)

Un bezozz

Duncan de Gross dijo...

Habría que llevar a cabo más veces este tipo de iniciativas...

Mujeres Construyendo dijo...

July,
Qué bueno! Cuéntanos más detalles!
Un beso,

Mujeres Construyendo dijo...

Duncan,
¡Hagámoslas!
Saluditos,

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