Cuando nació en los veintes, siendo el séptimo hijo, le pusieron el nombre del papá, que no era muy gustado, pero como nació tan chiquito, pues no tenía muchas probabilidades de sobrevivir y con ello, ya se cumplía la tradición de heredar a algún hijo, el nombre del padre.
No hizo su dinero como la gente decente: heredándolo. Aunque su familia era de la gente bien, el pueblito era tan chico y siendo 16 hermanos, pues por más “fortuna” que existiera no daba para mucho al extrapolarla a la vida citadina.
Sumémosle que la gente “normal” se dedicaba a cultivar las tierras familiares, nada de andar
estudiando o perdiendo el tiempo en cosas vanas, como leer el periódico o jugar basketball, esas cosas tan poco productivas y fuera de lugar que hacían unos pocos adolescentes de la época y de las que él disfrutaba.
Pero, apoyado por su papá y contra toda la voluntad, pero todo el amor de su mamá, decidió
estudiar, se mudó a la casa de su tío en capital del Estado para ingresar a la Escuela Normal y
después a la Ciudad de México para cursar la carrera de Medicina.
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