martes, 7 de julio de 2009

Ana Frank: una pequeña que dejó huella

¿Qué sientes cuando piensas en Ana Frank? Yo siento una inmensa ternura. Pienso en esa niña/adolescente a la que le fue truncada la vida casi a punto de cumplir 16 años y en todo lo que le faltó vivir.

La vida, sin embargo, tiene aprendizajes específicos para cada persona. A sus tiernos 15 años vivió lo que muchas personas no han vivido ni acercándose a los 100. Conoció de cerca todas las facetas de la naturaleza humana: el amor, el odio, la violencia, la amistad, el compromiso, la solidaridad, la entrega, el abandono, la alegría, la desesperanza. Su Diario da cuenta de una jovencita con la inocencia suficiente para ver el mundo con sorpresa y a la vez de una mujer capaz de ver más allá de lo evidente.

Cuando debería estar disfrutando de su juventud al aire libre, de sus amigos, del amor se encontró escondida entre cuatro paredes, teniendo que callar cuando su espíritu le pedía gritar, volar, correr. Supo el valor de la vida porque vivió observando a la muerte de frente, de cerca, sigilosa. Supo que tenía que apegarse a lo que no podía tocar y que al final, lo único que podía permanecer era lo que nadie podía rescatar del enemigo de la vida.

¿Cuántas personas viven y viven y viven y sus miradas son transparentes, llenas de vacío, sin vida, sin preguntas, sin inquietudes? Ana Frank vivió toda una vida en tan sólo 15 inviernos. Esa pequeña no tuvo que llegar a adulta para dejarnos un legado vital a quienes la hemos leído y conocido muchos, muchos años después de su muerte.


13 de enero de 1943

"El terror reina en la ciudad. Noche y día, transportes incesantes de esa pobre gente, provista tan sólo de una bolsa al hombro y de un poco de dinero. Estos últimos bienes les son quitados en el trayecto, según dicen. Se separa a las familias, agrupando a hombres, mujeres y niños.
Los niños al volver de la escuela, ya no encuentran a sus padres. Las mujeres, al volver del mercado, hallan sus puertas selladas y notan que sus familias han desaparecido.
También les toca a los cristianos holandeses: sus hijos son enviados obligatoriamente a Alemania. Todo el mundo tiene miedo.
Centenares de aviones vuelan sobre Holanda para bombardear y dejan en ruinas las ciudades alemanas; y a cada hora, centenares de hombres caen en Rusia y en África del Norte. Nadie está al abrigo, el globo entero se halla en guerra, y aunque los aliados ganen la guerra, todavía no se ve el final.
Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero eso me desalienta de más en más. No nos queda más que aguantar y esperar el término de estas desgracias. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, y muchos esperan la muerte."


4 comentarios:

Duncan de Gross dijo...

Es increible su diario, su historia, y cuando piensas que no se salvó casi por dias... Ana siempre es necesaria, y su historia debería conocerse desde las escuelas primarias, para que no haya más Anas en un futuro que se vaticina incierto en ocasiones...Besotes y Miaaus!!

Mary dijo...

Hola.. te dejé un premio en mi blog. Ojalá gustes mencionarlo en el tuyo.
bye
http://mamasneuroticas.blogspot.com/2009/07/gracias-por-el-premio.html

Alyxandria Faderland dijo...

Por aqui, recientemente se ha inaugurado un museo que contiene una replica de la habitacion de Anna. Cuesta creer que encerrada entre esas paredes tuviera momentos en que se sintiera tan libre, pensara tanto, como dices, lo que algunos no piensan ni viviendo 100 años.

Timoteo Estévez dijo...

esa pequeña fue muy fuerte...

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